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Revista Sexología y Sociedad. 2014; 20(2)
ISSN 1682-0045
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Subjetividades juveniles y políticas de prevención
asociadas a las ITS/VIH-sida

STI/HIV-AIDS–related juvenile subjectivities and prevention policies

 

Dra. C. Natividad Guerrero Borrego

Dra. C. Psicológicas, Profesora titular, Jefa del Departamento Científico del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX)

nguerrero@cenesex.sld.cu

 

Resumen

Juventud es una categoría sociohistórica que ha adquirido relevancia en la contemporaneidad. Su definición lleva la impronta de la diversidad; es polisémica. Los jóvenes constituyen un importante grupo humano que abarca aproximadamente el 37 % de la población iberoamericana, según ONU-CEPAL (2007), si se considera a los que integran el grupo comprendido entre 15 y 24 años. También reciben la influencia del contexto en que se desarrollan y del momento que les toca vivir, lo cual matiza y da singularidad a los procesos de crecimiento y maduración. Como otros grupos humanos, son diversos e irrepetibles. Devienen período complejo de la vida, en el que se requiere de la transdisciplinariedad para su exploración y la multisectorialidad para su educación y trabajo de prevención. Las subjetividades son las interpretaciones que hacen los/las jóvenes de la realidad que los rodea. Existe una articulación estrecha entre lo subjetivo y las dificultades objetivas que permanecen en nuestro medio. Aunque el impacto actual puede evaluarse de positivo en sentido general, se reconoce que hemos emprendido un largo y difícil camino que requiere de la estrecha integración de todos y todas desde los diferentes espacios formales e informales para seguir avanzando y sensibilizando a las diversas poblaciones, y sobre todo a las más vulnerables, para lograr conductas sexuales cada vez más responsables, sanas y plenas. 

Palabras claves: juventud, subjetividades, políticas de prevención

Abstract

STI/HIV-AIDS–related juvenile subjectivities and prevention policies

Youth is a sociohistoric category that has adquired relevance nowadays. Its definition carries the imprint of diversity because it is polisemic. Young people are an important human group with approximately 37% of the Spanish-American population, if the 15-24 year-old group is considered. Since they receive the influence of the context in which they develop themselves and of the moment they live in, their growing-up and maturity processes are qualified and singularized by it. Like other human groups, they are diverse and unique. Youth becomes a complex period of life, in which transdisciplinarity for its exploration and multisectoriality for its education and prevention task are required. The subjectivities are the interpretations young people make of the reality surrounding them. There is a closed link between the subjective and the objective difficulties still living in our milieu. Although in a general sense the current impact can be positively assessed, a large and difficult road has been undertaken and requires the close integration of all of us in several formal and informal spaces in order to further sensitize different populations, mainly the most vulnerable, to succeed in creating more responsible, healthy and full sexual behaviors.

Key words: youth, subjectivities, prevention policies    

 

Introducción

Juventud es una categoría sociohistórica que ha adquirido relevancia en la contemporaneidad. Su definición lleva la impronta de la diversidad. «Se trata de un concepto polisémico y resistente a ser reducido a una definición» (1). Requiere que se le asuma desde la pluralidad, es decir, desde las juventudes.

Procesos oficiales como la declaración del 10 de agosto como Día Mundial de la Juventud y las celebraciones de la Pre-Conferencia Regional (mayo de 2011, Brasil) y la Conferencia Mundial de la Juventud (agosto de 2011, México), dan cuenta de que los gobiernos participantes signan este segmento poblacional como garantía de futuro, razón por la que se preocupan por invertir en este en aras de alcanzar un mayor desarrollo en las sociedades venideras.

Los jóvenes constituyen un importante grupo humano que abarca aproximadamente el 37 % de la población iberoamericana (2), si se considera a los que integran el grupo comprendido entre 15 y 24 años. Es la etapa de la trayectoria de la vida en que ocurren y se consolidan las más profundas transformaciones anátomo-fisiológicas y psicosociales por las que transcurre el ser humano. También reciben la influencia del contexto en que se desarrollan y del momento que les toca vivir, lo cual matiza y da singularidad a los procesos de crecimiento y maduración. Como otros grupos humanos, son diversos e irrepetibles. Devienen período complejo de la vida, en el que se requiere de la transdisciplinariedad para su exploración y la multisectorialidad para su educación y trabajo de prevención.

Una de las definiciones que desde la perspectiva cubana nos parece más completa es la elaborada por el máster en Ciencias L. Gómez, historiador del Centro de Estudios sobre la Juventud, quien considera la juventud como:

…categoría histórica producida socialmente, designada al grupo humano en formación y desarrollo con rasgos sociodemográficos comunes, que se define de acuerdo a su pertenencia a la estructura social. Comprende a las personas entre 15 y 30 años de edad y sobresalen por establecer relaciones sociales propias que configuran las condiciones juveniles en correspondencia con las cualidades específicas de la etapa, formando las identidades juveniles reconocidas tanto por los propios implicados como por la sociedad [1].

En esta dirección vale mencionar algunas premisas que son universales y podrían tomarse en cuenta ante cualquier análisis que implique a los jóvenes:

  • Son portadores de los valores que se generan en su interacción social. En este sentido, se enfatiza la condición de este sector poblacional, en calidad de actor social que refleja los nuevos valores, en contraste con los ya existentes. Los jóvenes se distinguen por su interés ante lo que les resulta novedoso.
  • En la interrelación que se establece en los espacios de socialización no solo crecen los jóvenes, sino también los adultos que los acompañan en su proceso de formación. Por lo general, los adultos interesados en contribuir a la formación de las nuevas generaciones, van buscando, incorporando y asimilando cómo trabajar con ellos, cómo entenderlos mejor, cómo obtener resultados positivos en su empeño educativo. Asimismo, reconocen que en toda interrelación existen derechos y deberes, y el respeto mutuo y límites que deben mediar los vínculos que se establecen.

Autores como Bourdieu, según revela la investigadora María Josefa Luis, hacen referencia a la juventud como un acontecimiento social que, entre otras cuestiones, resulta ser un proceso de inculcación de habilidades, valores y asimilación de normas, que se promueven a través de diferentes vías, sobre todo de la familia, la escuela y los medios masivos de comunicación (3).

  • Los diferentes espacios de socialización en los que se forman los jóvenes, deben ofrecerles mensajes coherentes para contribuir a una mayor consistencia y solidez en el proceso. En la actualidad, los espacios tradicionales son desplazados por otros más efectivos, como los medios de comunicación masivos y las nuevas tecnologías de la información.  Estas últimas son efectivas, pues a través de redes virtuales se proporciona información y se influye progresivamente en la formación de las nuevas generaciones al ser estas consumidoras y adictas, cuando logran tener acceso.
  • En los jóvenes converge lo natural, lo que le aporta la sociedad y lo que han asimilado de esta, lo que deviene producto social heterogéneo. No es posible formular estrategias homogéneas ni pensar en los jóvenes desde una sola mirada. Ellos necesitan oportunidades diversas. Lo diferente también es legítimo.
  • Contemplar la heterocronología en estas edades, facilita la comprensión de sus comportamientos. Pueden encontrarse transitando por una maduración biológica que no se corresponda con la psicológica, y ocurre algo similar desde lo social a la hora de asumir nuevas responsabilidades.

Algunas características de la juventud cubana

La referencia a las juventudes o población juvenil incluye, en el caso que nos ocupa, a adolescentes y jóvenes. Entre los adolescentes es típico el establecimiento de relaciones con otros de igual edad, lo cual les permite la confrontación y el desarrollo de sus propias características y la construcción de su autovaloración y autoconocimiento. Entre ellos encuentran comprensión e identificación, no solo de gustos y preferencias, sino de conflictos y contradicciones con el medio que los rodea.

Entre 15 y 18 años, expresa L. Domínguez, se observa una creciente independencia en la elaboración de sus criterios e identificación de sus preferencias; esta etapa resulta la más dinámica de la vida de un individuo (4).

En la adolescencia se tienen mayores posibilidades de apropiarse de los elementos del universo cultural que les son afines. Asimismo, se visualizan los jóvenes como el público que está más presente en las instituciones culturales.

En estos tiempos y en contraste con la Dinámica Poblacional Mundial, la juventud en Cuba decrece, pero sigue siendo un grupo al que el Estado apuesta y dedica grandes esfuerzos para lograr una mejor formación.

Algunas tendencias sociodemográficas y económicas, según el máster en Ciencias Juan C. Alfonso, director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadística e Información, se resumen (5) como sigue:

·         El número de jóvenes (15 a 29 años) entre 2002 y 2011 ha pasado de ser 21.2 % de la población a 20.4 %. Semejantes proporciones ocurre también con el comportamiento de las variables sexo y zona de residencia.

  • Su edad media se ha mantenido en igual período en 22.6 años, aunque con distintas proporciones por grupos. Dentro del contexto del cambio sociodemográfico de la sociedad cubana, los jóvenes no han «envejecido», aunque han disminuido en cantidad y continuarán haciéndolo perspectivamente.
  • A pesar de que en términos absolutos y porcentuales su número es ligeramente inferior entre 2002 y 2011, su participación en la actividad económica se mantiene en un entorno de una quinta parte del total de ocupados, pero con una tendencia a una mayor calificación. En 2002, alrededor de 56 % del total de jóvenes ocupados del país tenían un nivel educacional de medio superior o superior. En 2011 había ascendido a 82 %, aunque la Población Económicamente Activa (PEA) Juvenil, entre uno y otro período, se mantenía según ya se mencionó.
  • Los jóvenes cubanos han disminuido en el período señalado su número y proporción en el total de matrimonios formalizados (49 a 44 %) del país, e igualmente en los divorcios (28 a 21 %).
  • Por el contrario, la cantidad de uniones consensuales ha aumentado en la formación de parejas en jóvenes y en el resto de la población.
  • También entre 2002 y 2011 han aumentado las tasas de fecundidad de cada uno de sus grupos y también de manera general. Asimismo, la esperanza de vida ha aumentado desde 2002 hasta 2011, lo que significa que los nacimientos ocurren fundamentalmente en el intervalo de edades comprendido entre 15 y 29 años de edad (de 70 a 75 nacidos), al tiempo que solo suceden 1.5 defunciones.

Las subjetividades son las formas contemporáneas de producción y expresión del sentido de la vida que buscan el autorreconocimiento y la autoafirmación, y se construyen tanto en el plano social, a partir de la interacción con el otro en un contexto particular histórico, como en el plano intrapsíquico de las elaboraciones inconscientes que determinan la constitución psíquica del sujeto, todo ello en un contexto de relaciones de poder (6).

Visto así, las subjetividades juveniles pueden entenderse como todas las acciones, enunciaciones y discursos de reconfirmación y autoafirmación de la idea de sí mismo que producen los/las jóvenes; es decir, los anclajes identitarios que se evidencian en sus expresiones, a partir de las cuales se construye el sentido de la vida (6).

No existe como tal una subjetividad juvenil, sino expresiones, exteriorizaciones, por así decirlo, de su condición subjetiva; posturas frente al mundo que intentan agruparse en maneras ordenadas, mas no siempre coherentes para el mundo social; posturas racionales o racionalizadas alrededor de viejas identidades resignificadas, nuevos núcleos identitarios, prácticas emergentes, discursos o imaginarios (6).

En las últimas dos décadas las nuevas tecnologías de la información tienen a la población juvenil entre sus principales consumidores. En este sentido, existen diversas reflexiones que aportan al tema de las subjetividades juveniles.

En su artículo «Las subjetividades juveniles en sociedades de riesgo. Un análisis en contextos de globalización y modernización» (7), Norma Alejandra Maluf expresa:

Existe el supuesto de que los jóvenes sufren las condiciones de riesgo porque «han perdido los valores» y porque los ideales del hedonismo, el individualismo y el consumismo han pasado a prevalecer por sobre la tradición y los enmarcamientos familiares, escolares e incluso religiosos. Los jóvenes siguen siendo los depositarios de los grandes vacíos simbólicos de las sociedades.

Un análisis sobre la llamada crisis de los valores da cuenta de que el problema radica en la creencia de que los mismos constituyen una verdad inmutable y no construcciones históricas, que cambian con la cultura, y que sobre todo consisten en procesos de significación. Más bien son los sujetos los que valorizan, no los valores los que se (auto)recuperan o se (auto)otorgan sentido.

Según Lipovetsky, los jóvenes forman parte de una sociedad global radicalmente nueva, con nuevos valores y aspiraciones; entonces no se trata de una crisis de valores protagonizadas por los jóvenes, sino de las contradicciones entre las formas nuevas y las formas viejas de comportamiento, y de las valoraciones sociales que son el cotidiano al que nos enfrentamos todos, las que se ubican como un problema cuya responsabilidad se atribuye a los jóvenes.

Balbeny, por su parte, afirma que todo esto se ubica en el contexto de un desfase entre dos ámbitos de la cultura contemporánea: la cultura informativa y la valorativa en las sociedades llamadas de la información, desfase que conlleva a que mientras la información que proviene de los medios es descriptiva y fácil de asimilar, la valorativa concierne a comportamientos, hábitos y creencias, y requiere la asimilación por parte de los sujetos.

La teoría de la comunicación puso de relieve en las últimas décadas la importancia del intercambio y de las relaciones intersubjetivas en la vinculación de los sujetos con los medios. Es decir, todo mensaje mediático debe pasar por un proceso de interpretación que es eminentemente intersubjetivo. Si es así, la mediación pedagógica no sería del dispositivo tecnológico en sí, sino de las interacciones personales, en el proceso de vinculación del sujeto con los medios. La mediación no es entonces tecnológica, sino intersubjetiva e interpretativa.

La crisis de valores no está dada por la irrupción ni por el acceso a la información global, sino por déficit en lo local de la posibilidad de generar valoraciones sobre normas y deberes que se consideren legítimos, y de la imposibilidad de defender los valores dominantes realmente existentes, que se derivan de las prácticas y los comportamientos concretos de actores políticos y sociales.

Maluf escribe:

…las principales condiciones de riesgo para la construcción de las subjetividades juveniles se ubican en las instituciones que son generadas o transformadas en condiciones de una modernización globalizada, y en la capacidad de las mismas de ser proveedoras de sentidos.

Es en la exterioridad y en lo cultural emergente de las instituciones (familiares, educativas, religiosas) que podía esperarse los procesos de producción y generación de sentidos, en su interacción con las interioridades, en una estrecha relación entre lo objetivo y lo subjetivo. De esta vinculación proveedora de sentidos es en efecto la subjetividad [7].

Coincidimos con Norma A. Maluf en la necesidad de hacer más efectivos los medios no solo tecnológicos, sino todos los que tienen el propósito de formar a las nuevas generaciones e influir en las ya formadas. Estamos en tiempos en que la influencia foránea adquiere significaciones más o menos intensa en dependencia de quienes la consuman y las posibilidades de estos de ser más o menos críticos ante lo que se les ofrece para consumir y ser más o menos auténticos.

Las juventudes cubanas no están exentas de estas influencias. También son consumidoras de muy diversos productos foráneos, en el caso que nos ocupa asociados a la sexualidad.

Las expresiones juveniles en torno al VIH-sida en Cuba dan cuenta de la necesidad de mantener las acciones desde lo institucional de manera que se pueda seguir influyendo a todo el territorio nacional. En este sentido, podría resumirse que:

  • Las expresiones juveniles cubanas dan cuenta de una intensa actividad sexual. La tendencia actual en cuanto a protección indica que los más jóvenes van asimilando la necesidad de protección sexual, tal vez porque han nacido en tiempos de VIH-sida. Sin embargo, los adultos jóvenes no muestran igual sensibilidad y corren más riesgo.
  • Existe una magnitud no despreciable de adolescentes y jóvenes que no siempre se protegen, sobre todo en relaciones sexuales ocasionales.
  • El consumo de las ofertas educativo-preventivas lleva la impronta de diferentes experiencias en el curso de la vida, así como el contexto donde se forman.
  • Aun no es suficiente el nivel de información acerca de las ITS/VIH-sida; además, existen adolescentes y jóvenes con baja percepción de riesgo en torno a estos temas.
  • Existen prácticas homosexuales que requieren protección y no siempre son protegidas.
  • Aumentan las parejas sero-discordantes.
  • Existen personas que practican sexo transaccional que no siempre se protegen.
  • No siempre se garantiza adecuadamente el acceso a los medios de protección (venta de condones). Existe un elevado uso de dispositivos intrauterinos y píldoras como métodos anticonceptivos, lo cual no garantiza la protección de las ITS y el VHI.

Sin embargo, el Estado cuenta con un Programa Nacional de Prevención y Control de las ITS y VIH-sida, con más de veinte años de ejecución, que ha perfeccionado progresivamente sus estrategias, por lo que la prevalencia del VIH-sida en Cuba se mantiene baja.

Dentro de las políticas de prevención desarrolladas por el Gobierno cubano, se mencionarán solo algunas que se distinguen por su efectividad:

  • creación de un Centro Nacional para la Atención de las ITS/VIH-sida. Este centro ha ido creando instancias a niveles provincial y municipal que replican las acciones más importantes, como las pesquisas para identificar nuevos casos y ofrecer atención primaria a la población, así como la asistencia sistemática a las personas que así lo requieran;
  • formación de un grupo multisectorial operativo para la atención de las ITS y el VIH-sida (GOPELS), con el fin de evaluar sistemáticamente, por la dirección del Estado, las acciones encaminadas a la disminución de la presencia de estas infecciones en el país;
  • acciones sistemáticas para la formación de recursos humanos competentes con el propósito de desarrollar labores de prevención;
  • existencia de servicios de consejería telefónica y cara a cara;
  • elaboración de materiales educativos factuales para la prevención de las ITS.
  • confección de materiales audiovisuales para la prevención.

Cuba ha estado recibiendo algún financiamiento de las Naciones Unidas y el Fondo Mundial con el fin de fortalecer el trabajo preventivo y asistencial, lo cual ha elevado la calidad de los servicios, la cobertura anticonceptiva, el nivel de información de la población y la efectividad de las campañas comunicativas orientadas a la prevención. Por esta vía se presta una atención particular a poblaciones vulnerables como los hombres que tienen sexo con hombres y las personas que practican sexo transaccional.

Aunque existen estrategias preventivas gubernamentales y de instituciones no gubernamentales, no resulta del todo efectivo el trabajo realizado, lo cual considero se relaciona con:

  • La subjetividad de las personas en general, y en particular juvenil, por ser la población que nos ocupa, atraviesa diversas complejidades. Hay quienes no perciben el trabajo preventivo que se hace por los medios de comunicación masiva, cara a cara y en las escuelas ni la divulgación que se coloca en los centros recreativos, culturales, deportivos, en los ómnibus y otros espacios informales; algunos creen que no tiene que ver con ellos. Otros no se dan por enterados de las oportunidades que tienen ante sí, por lo que se les identifica también como población vulnerable.
  • La calidad de los servicios es heterogénea y/o no funciona adecuadamente en lugares donde se ha previsto, de acuerdo con la presencia de estas infecciones en los territorios.
  • La distribución de los medios técnicos e insumos que garantizan la calidad de los servicios, no siempre es adecuada.
  • La mujer, y en particular las muchachas, de acuerdo con el comportamiento de una cantidad no despreciable de ellas, están en una posición desventajosa, pues la propia naturaleza de su cuerpo la expone más a la infección por VIH-sida que a los muchachos, además de que ellas no siempre lo toman en cuenta.
  • Las adolescentes aún viven en una relación de poder respecto al hombre, por lo que no pocas acceden a la intimidad por miedo a perder a su pareja y a no ser vistas como «mujeres maduras», o por demostrar confianza hacia su pareja; en fin, acceden a prácticas sexuales por razones determinadas sin protección, lo que las hace más vulnerables.
  • Los/las jóvenes en general tienen un «pensamiento mágico» («A mí no me va a pasar», «Por una vez no va a pasar nada»,…), lo que deja a la espontaneidad las consecuencias de prácticas sexuales irresponsables consigo y con el otro.

Si bien las brechas de carácter objetivo son solucionables con la voluntad política y los recursos que se requieren para eliminarlas, vale significar que las mayores dificultades están en el orden subjetivo, en esa interpretación que hace la población, sobre todo los/las más jóvenes que no toman conciencia de la envergadura de esta problemática.

Existe una articulación estrecha entre lo subjetivo y las dificultades objetivas que permanecen en nuestro medio. Aunque puede evaluarse el impacto actual de positivo en sentido general, se reconoce que hemos emprendido un largo y difícil camino que requiere de la estrecha integración de todos y todas desde los diferentes espacios formales e informales para seguir avanzando y sensibilizando a las diversas poblaciones y sobre todo a las más vulnerables con el fin de lograr conductas sexuales cada vez más responsables, sanas y plenas.

 

Referencias bibliográficas

1. Gómez L. La juventud como categoría social. En Lecturas de la realidad juvenil cubana a principios del siglo xxi. La Habana: Molinos Trade-FNUAP; 2011.

2. ONU-CEPAL. La juventud iberoamericana. Tendencias y urgencias. 2a. ed. Buenos Aires; 2007.

3. Luis MJ. Análisis de la desvinculación laboral de los jóvenes en Cuba durante el período de 2000 a 2008. CESJ, La Habana; 2009.       

4. Domínguez L. Psicología del desarrollo: problemas, principios y categorías. Editorial Interamericana de Asesoría y Servicios; 2006.

5. Alfonso JC. Tendencias sociodemográficas de la juventud cubana en el último decenio. Congreso Internacional de Investigadores sobre Juventud. CESJ; 2013 Mar 8.

6. López García ME. Producción y subjetividad en la juventud contemporánea. Rev. Fac. de Trabajo Social 2011 Ene-Dic; 27(27):17 [citado: Mar 21, 2013]. Disponible en: revista.upb.edu.co/index.php/trabajosocial/article/view/1053

7. Maluf NA. Las subjetividades juveniles en sociedades de riesgo. Un análisis en contextos de globalización y modernización. 2002 [citado: Mar 21, 2013]. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/gdl/collet/clacso/index/assoc/D2857 …dir/maluf.pdf

 

Fecha de recepción de original: 13 de mayo de 2014

Fecha de aprobación para su publicación: 1 de septiembre de 2014

 

 

 

 

 

 

 

 

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